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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: [email protected]

De festivales de fin de curso

Nuria del Saz

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: [email protected]

El curso escolar toca a su fin. Son días de graduaciones, festivales y exhibiciones de las actividades extraescolares que congregan a las familias en torno a escenarios y tarimas improvisadas en el patio. Si han asistido alguna vez a estos festejos sabrán que la entrega del público es total e incondicional dados los artistas que se suben a las tablas. Yo misma, hace unos días, estuve sentada en primerísima fila, en una de esas butacas privilegiadas, porque ver crecer a un hijo es el mayor de los privilegios. Aterrizo, que me voy por las nubes.

El grupo de la actividad de canto ofrecía un pequeño concierto para mostrar a familias y amigos lo que había trabajado durante el año. La profesora, micrófono en mano, nos dirigió unas palabras antes de la actuación de los alumnos para ponernos en contexto. Se trataba de un grupo reducido y heterogéneo, nos contó. Reducido, solo siete alumnos. Heterogéneo, agregó, tanto en edades, en intereses y gustos musicales, como en formas de aprendizaje. Supondrán que ahí saltó mi radar. Me vino a la memoria un caso de un chico con síndrome de Down al que invitaron a salir del equipo de baloncesto de extraescolares “porque impedía el progreso del equipo”, ocurrido al hijo de una buena amiga hace años. Hecho sobre el que reflexionaré en otro momento.

Saben que suelo escribir sobre la falta de inclusión, sobre las deficiencias que sigue teniendo nuestro sistema educativo, en fin, que soy crítica, pero también me gusta destacar cuando las cosas funcionan y se hacen bien.