El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
El lobby taurino aprovecha las vacaciones escolares para normalizar entre personas menores de edad la violencia que ejerce sobre animales, sin que las administraciones públicas tomen medida alguna e, incluso, apoyen las convocatorias.
El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
El verano es sinónimo de descanso, de fin del ciclo lectivo y de una conciliación familiar, si cabe, bastante compleja, en términos generales. Pero también es la época del año en la cual el lobby taurino multiplica sus acciones para tratar de acerca a niñas, niños y adolescentes a su afición, y también negocio, basado en la violencia y el sufrimiento.
Novilladas financiadas con cientos de miles de euros de administraciones como la Junta de Castilla y León, la Generalitat Valenciana o el Gobierno de Extremadura, que incluyen el acceso gratuito de menores de 14 o de toda la franja legal (18 años), convocatorias de municipios pequeños donde los ayuntamientos actúan como promotoras taurinas y regalan entradas infantiles, encierros “chiqui”, trashumancias de bueyes, simulaciones… Todo sirve para justificar un supuesto interés por la tauromaquia que no es real: hay falta de relevo generacional más allá del grupúsculo de Cayetanos que salen regurgitando en videos de redes sociales.
Hay más aberraciones, no vayas a creer. En Sevilla organizan un “campus de toreo” para menores que incluye un tentadero. Una actividad basada en niveles: “iniciación”, “medio” y “perfeccionamiento”. Es decir, que esta chavalada podrá maltratar en vivo y en directo a animales bajo un halo de actividad lúdica que acabará por insensibilizarlos a la violencia, creando nuevos “aficionados” que normalicen la ejecución pública de animales entre comentarios de refuerzo positivo de padres, madres, abuelos y otros referentes morales.
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